domingo, marzo 04, 2007

Calle

Siempre sostuve que la verdad, la realidad, el aprender a vivir, el aprender a ser esta en la calle. Como suelo llamarla en charlas de bar la calle es "la universidad de la vida". Y el termino "calle" lo hago comprensivo del afuera. Miles de historias se tejen en la calle, duras, tristes historias, pero son las que dejan huella, las que dejan enseñanzas, son las que te hacen ver y palpar lo que muchos intentan tapar. Existe un mundo fuera, un mundo silencioso que no se queja, un mundo que solo esta allí para el que quiera verlo y aprender de el. La sociedad toda intenta ocultar esa parte de ella misma que no quiere ver. Desde pequeños nos asustan con la calle, que es peligrosa, que no hables con desconocidos, que no andes de noche, que los robos, que los raptos, que los asesinatos, hasta nos asustan con "hombres de la bolsa", con "el cuco" etc. con tal de inculcarnos a través del miedo que nos alejemos de ese submundo. Y ese submundo tiene tantos peligros como el mundo visible, no es ni mas ni menos que una parte de esta sociedad. En mi juventud he tratado de conocer todo lo mas posible de la calle, y creanme que enseña mas que los libros, en especial en cuanto al conocimiento de las personas, sus acciones y reacciones. Me metía en bares y comenzaba charlas mano a mano copas por medio con habituales y tristes ocupantes de las barras. Y creanme que me lleve mas de una sorpresa. Detrás de ese desalineado, triste y borracho ser humano se escondía una excelente persona, de gran cultura, con una trágica historia. Recuerdo otra vez estaba en una casa en la ciudad de La Plata donde vivía mientras estudiaba mi carrera universitaria, eran las 12,30, había cocinado, estaba por sentarme a comer y tocan el timbre, voy a la puerta, abro y veo a un mendigo de larga barba, ropas andrajosas, maloliente pidiendome un pedazo de pan. Lo hice pasar, le puse un plato y comimos los dos. El mendigo no entendía nada pero sus ojitos brillaban entre la mugre y me hizo sentir mi corazón lleno de alegría su cara de agradecimiento. Practicamente ni hablamos, ni supe su nombre, ni nunca mas lo volví a ver. Pero han transcurrido casi 30 años de eso y aun recuerdo su cara. Otra vez quise saber que se sentía dormir en la calle y pues eso dormí una noche de frió en una garita de un colectivo. La única forma de saber quienes somos y donde estamos parados es quitarte la comodidad de que dispones y apreciaras realmente lo que se tiene. Quien se queja por lo poco que tiene solo debería mirar hacia abajo y ver cuan profundo hay gente allí padeciendo su diaria vida. La vida es como una escalera que uno va subiendo peldaño a peldaño, pero claro como siempre se mira para arriba siempre existiran nuevos escalones lo cual nos puede desmoralizar, pero solo basta mirar hacia abajo y se verán todos los escalones que hemos subido.

Cuando sientas tu corazón compungido sal a la calle, ayuda a alguien y te sentirás reconfortado.

Próxima palabra: CONOCIMIENTO.

No hay comentarios: